ENTIERRO CRISTIANO

La vigilia (velatorio) es realmente una oportunidad para sonreír, llorar, recordar y orar. Un momento para alegrarse por todo lo que la persona fue y es. Esto puede ser realmente un momento de curación para todos los que sienten dolor.

La vigilia por los fallecidos es la primera manera en que la Iglesia capta los sentimientos de aquellos que están de duelo y los coloca en el contexto de nuestra fe. Un servicio de oración con lecturas seleccionadas de las Sagradas Escrituras según las circunstancias del difunto, una homilía que reconforta y brinda esperanza, intercesiones que hablan de la fe de los que se han reunido con el difunto y oraciones seleccionadas de los ricos recursos que se encuentran en la Orden de Funerales Cristianos pueden ofrecer mucho para preparar a las personas a entrar al espíritu cristiano de la liturgia funeraria. El Rosario u otras oraciones a la Santísima Virgen María pueden ser parte de la vigilia.

Es mejor dejar los elogios para un momento apropiado durante el servicio de vigilia (velatorio). Si bien existe el deseo natural de decir buenas cosas sobre una persona que ha muerto, debemos recordar siempre que en el contexto de la oración, es la tarea de la gracia de Dios en la vida del difunto por lo que debemos dar gracias y alabanzas. Los elogios en el contexto de la oración deben ser más que simples tributos a la bondad del difunto. Deben hacer referencia a lo que Dios ha hecho por el difunto y por nosotros a través de él o ella. Los sacerdotes y ministros parroquiales del duelo están disponibles para asistir a las familias a seleccionar lecturas de las Sagradas Escrituras y música para el velatorio y las liturgias funerarias.

La liturgia funeraria (Misa) es nuestro “gracias” a Dios quien nos creó, murió por nosotros y quién nos vuelve a llamar para que volvamos a Él. En este paso, la atención cambia levemente desde el énfasis en el difunto al plan salvador de Dios a través de Jesucristo. La Misa, particularmente en el momento de la muerte, es realmente un momento especial, un momento de santidad, un momento de Dios.

Celebrar la liturgia funeraria en la Misa en la iglesia parroquial es la manera normal a través de la cual la mayoría de los católicos experimentan el orden de los funerales cristianos. La eucaristía mira hacia nuestra participación en el banquete celestial, donde estamos unidos a Jesús, los santos y a todos los que comparten la vida eterna. Jesús dijo, “el que come mi carne y bebe mi sangre tendrá vida eterna”. (Juan 6:54) La eucaristía es verdaderamente el punto central de un funeral católico. Su eficacia mejora mucho cuando la familia participa de manera apropiada: Envolver el ataúd con el paño mortuorio, seleccionar las lecturas de las Sagradas Escrituras, participar como lectores o ministros extraordinarios, cantar las respuestas y los himnos y, por sobre todo, recibir la Sagrada Comunión.

La homilía del funeral es de muchísima importancia en la liturgia funeraria. Una homilía solamente puede ser presentada por un sacerdote o diácono, ya que las homilías litúrgicas son parte del rito sacramental de la Eucaristía. La homilía habla del misterio de la muerte y resurrección de Cristo y brinda un significado más profundo que es parte de la experiencia de morir y de la muerte. La homilía ocurre dentro del contexto de la Misa funeraria que se ofrece para recibir el perdón de los pecados y la salvación del alma de los fieles que han partido.

El último paso, el último acto concreto que podemos hacer por nuestros seres queridos en este mundo, es el Compromiso, el entierro o sepultura de los restos del difunto. Las relaciones, lazos y “Comunión” que creamos entre nosotros en la fe no se rompen con la muerte. Descansar en un lugar sagrado con nuestros hermanos y hermanas es una profunda declaración de dicha creencia.

El Rito de Compromiso es la liturgia final en el Orden de Funerales Cristianos. Como el Servicio de Vigilia, el Rito del Compromiso usa las Sagradas Escrituras, algunas palabras de aliento de quien lo preside, intercesiones y oraciones.

Un cementerio católico es un lugar sagrado de honor y respeto para quienes han muerto. Es un homenaje a todos los que están enterrados allí. Es un lugar sagrado donde los católicos expresan su duelo y esperanza en la resurrección de sus seres queridos que los han precedido en la muerte. Es un lugar santo, apto para quienes cuyos cuerpos fueron templos del Espíritu Santo en la tierra y ahora esperan la resurrección de la muerte.

Tener a un representante de la Iglesia presente en este momento final es una gran fuente de consolación para quienes ahora tienen que continuar el camino de la vida sin sus seres queridos. Si bien un sacerdote podría no estar presente para presidir el Servicio de Compromiso, un diácono o ministro entrenado podrá representar a la Iglesia en este momento final.